lunes, 14 de agosto de 2017

Decorando con palabras #5


¡Hola! Por cuestiones personales (ejem ejem pereza ejem ejem) la entrada se ha retrasado una semana, pero mejor hacerlo tarde que nunca. Os recuerdo que podéis pasaros por el blog de Galería de una desconocida para ver su texto sobre la foto. Espero que os guste :)




-Y será entonces cuand… ¿has oído eso?- dijo el hombre de la gorra mientras que con su mirada inspeccionaba todo el área de bosque que los rodeaba.

-No empieces otra vez. Siempre te vuelves paranoico por cualquier ruido y luego resulta ser el viento o un simple animal.- Dijo la mujer de pelo rapado. Livia, congelada tras el tronco de un árbol, intentó no temblar del miedo aunque por desgracia su intención no podía superar el susto que la dominaba en ese momento. Las palmas de sus manos están resbaladizas y podía escuchar cómo la sangre corría a través de su cuerpo preparándola para lo que pudiese suceder a continuación.

-Lo que tú digas.- replicó el hombre mientras recogía la caja del suelo. 

Livia no podía parar de preguntarse qué es lo que podía haber en su interior. En un principio no le había parecido más que una simple caja que, con un poco de suerte, se encontraba vacía e iban a llenar justo en esos instantes, lo que sería más que conveniente para la investigación que había estado llevando a cabo durante estas últimas semanas. Pero la suerte no estaba de su lado esa tarde y, a juzgar por el resoplido del muchacho y la tensión que reflejaban los brazos de este al cargarla, la caja no había sido llevada allí para llenarla y, al parecer, tampoco para vaciarla, porque la chica en esos instantes se agachó para coger una pala y empezar a cavar.

 Livia no podía más que odiarse tras esto. Se había puesto en peligro solo para ver cómo enterraban una caja, algo para lo que no era necesario hacer semejante viaje ya que solo le bastaba asomarse a la ventana de su cuarto para ver cómo su perro había vuelto a cogerle una zapatilla y se disponía a enterrarla (toda babeada y mordida)  junto a cualquier pelota de tenis que le hubiese robado a los vecinos.

Mientras Livia observaba la escena, la caja empezó a tambalearse y emitir una luz rojiza. El chico, maldiciendo por lo bajo, le dio una patada que hizo que la luz desapareciera. Él, con el rostro tenso y los ojos llenos de desconfianza, se sentó encima de la tapa negra con lo que parecía la intención de hacer peso sobre la caja para lograr que lo que hubiese ahí dentro no pudiese salir antes de ser enterrado. Y aunque Liv había intentado taparse la boca lo más rápido posible, no había conseguido hacerlo con la suficiente celeridad como para evitar que su pequeño grito de sorpresa llegase a oídos de la pareja. ¡Era esa extraña luz de nuevo! ¡La de la noche en la que empezó toda esta locura! ¿Cómo hace veinte minutos le había podido parecer una buena idea perseguir a esta gente? ¿A caso quería morir sola en un bosque en el que nadie jamás lograría encontrar su cadáver?

-¡Eh! ¡Eh! ¡¿Quién anda ahí?! Mierda Neith, te lo dije. –dijo el hombre mientras sacaba de su pantalón una pistola y la chica ¿Naiz? cogía la pala como si fuese un bate de beisbol.

-Genial- murmuró Liv- o muero de un tiro o de un palazo en la nuca.- No necesitó más que un vistazo para entender que chico con pistola más chica con pala (y posiblemente otra amiguita rellena de plomo atada a alguna parte de su cuerpo) iba ser igual a una Liv criando gusanos como no se diese prisa y saliese de allí lo más rápido posible. Así que, intentando pisar en el terreno más firme y rezando a todo lo que tuviese nombre para que llegase la noche y todavía siguiese respirando, Liviana intentó alejarse lo máximo posible de esos dos locos y su caja de los misterios. ¿Sabía hacia donde se dirigía? No, y la verdad es que en ese momento se estaba arrepintiendo mucho de no haber formado parte de los Scouts para ser capaz de construir alguna trampa para osos que atrapase a Míster Pipa y Miss Pala.

Para cuando se quiso dar cuenta, Liv ya había cruzado medio bosque dando a parar a la orilla del lago que bordeaba parte del terreno. No había que ser muy perspicaz para saber que su única oportunidad de salir indemne por el momento era esconderse ya que, viendo su agitada respiración y el sudor que empapaba gran parte de su cuerpo, estaba claro que no se veía preparada para seguir corriendo bosque a través. Sabía que, por muy poco apetitosa que le pareciera, su solución se encontraba justo en frente. En otro momento el muelle hubiese sido el mejor lugar para sentarse y disfrutar de las increíbles vistas, pero en ese momento la madera iba a dejar de cumplir la función para la que fue construida.

Con las voces de sus perseguidores a su espalda mientras intentaban organizarse para encontrarla, Liv se dirigió hacia el lago y empezó a meterse en el agua. No podía evitar girar la cabeza y dirigir su mirada hacia la linde del bosque a cada sonido que escuchaba; sabía que de un momento a otro aparecerían a través de los árboles y esta vez no se lo pensarían dos veces antes de dispararle una bala en la cabeza.

Una vez dentro, con el agua rozándole la barbilla con cada movimiento de brazos que hacía, Liv se escondió debajo del muelle y fue mientras intentaba controlar su pánico creciente, cuando sintió cómo un pie se posaba en la estructura de madera. A través de las rendijas que se abrían entre tablón y tablón pudo ver la cabeza rapada de la mujer, y cómo su barbilla pasó de apuntar al horizonte a apuntar al suelo y con ello reunir los ojos marrones de Liviana con los verdes de su futura asesina.


Ante esto lo único que se vio capaz de hacer en ese momento fue cerrar las ojos porque sabía qué era lo que le esperaba, y aunque cada vez que sucedía le aterrorizaba por si algún día no volvía a salir del agua, supo que era su única forma de huir. Fue así, con un simple un roce en el tobillo, cómo Liv supo que la criatura ya estaba aquí, nadando bajo sus pies. Neith no escuchó ni un sonido, solo supo que tras un parpadeo la chica que estaba aterrada bajo el muelle había pasado a ser una mancha borrosa que estaba siendo arrastrada hacia el fondo. 

La única prueba de que segundos atrás un ser vivo había estado en el agua era  la estela de burbujas que cada vez subían desde una profundidad mayor. Para cuando el hombre llegó a la escena, todo rastro de la chica había sido borrado por algo que haría que Neith no se acercase nunca más a ese lago en su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario